You've reached the end of your free preview.
Want to read all 440 pages?
Unformatted text preview: -2- Presentación
Queridos hermanos en Cristo, les saludo y les deseo la paz del Señor en la oportunidad de
presentarles este material que he preparado para ustedes. Consiste en la recopilación de un
conjunto de reflexiones que he elaborado semana a semana, tomando como elemento generador
la Palabra de Dios, especialmente la que se lee cada domingo en las celebraciones eucarísticas
que se realizan en la Iglesia. Originalmente, estas reflexiones tenían como fin compartirla con
todas las personas que concelebraban conmigo la Eucaristía en el Templo Parroquial de San
Diego de Alcalá. Al principio, es decir, en las primeras de ellas, sólo encontrarán una reflexión
sobre las lecturas del domingo, luego, a partir de cierto momento, aparecerán otros artículos de
interés, que complementan dicha reflexión. Este trabajo lo inicie formalmente el 7 de
Septiembre de 2008, inicialmente tomando en cuenta algunos domingos muy especiales pero
posteriormente lo fui regularizando para prepararlo cada domingo del año. Doy gracias a Dios
por haberme llamado a esta tarea, sin ningún merecimiento de mi parte, dándome a entender
desde el comienzo que su llamado es una gracia y que cada uno de nosotros debe aceptarlo con
humildad sin detenernos en especulaciones inútiles.
Desde un primer momento sentí que lo que estaba haciendo sólo era posible por la inspiración
que me daba el Espíritu Santo, a quien reconozco como el verdadero autor de todo mi trabajo, y
por eso he tratado de hacer un esfuerzo para que este regalo de Dios llegue a quien Él lo desee
de una forma gratuita y por tanto, en nombre de Dios, les pido a todos los que les llegue este
material que se sientan con la libertad de poder distribuirlo a quien lo deseen, pero igualmente
de forma gratuita. A veces, veo con dolor como en algunos casos se comercia excesivamente
con las cosas sagradas, tanto que en no pocas oportunidades me han dado ganas de hacer como
el Señor, tomar un látigo y empezar a tumbar las mesas de los nuevos mercaderes del templo
(cf. Juan 2, 13-17). Por eso, siempre le pido a Dios que me suministre los medios para hacer
llegar esta obra sin ningún costo porque la Palabra de Dios es muy clara al respecto:
“Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar” (Mateo 10, 8).
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todas las personas que el Señor ha puesto en mi
camino para el cumplimiento de esta misión. Especialmente doy las gracias por mi hermano Luis
Eduardo Pérez, quien generosamente ha contribuido muchas semanas para su reproducción; a
mi compadre Michel Ferrandina, quien en dos oportunidades lo ha hecho, a mi sobrino Leonardo
Arturo Pérez, quien lo hizo una vez y pido a Dios que siga tocando sus corazones. También
agradezco la paciencia y disposición de mi sobrino Yibrin Jesús Pérez Pérez, quien solícitamente
revisa el material antes de imprimirlo y ha hecho muy buenas sugerencias. Por último,
agradezco a la joven Génesis Rosario Silva Borrero, quien gentilmente permitió que su cuento
Pablito, camino a la santidad fuera incluido en este material y además, ella, al igual que
Yajamny Yolimar Campos Ocando, me impulsaron a que hiciera esta obra. Además del contenido
antes mencionado, he querido incorporar algunos rasgos autobiográficos y el relato de un sueño
que tuve la noche del 24 para amanecer el 25 de Septiembre de 2005, ya que considero este
sueño como una revelación divina de la misión que el Señor me asignó.
Queridos hermanos en Cristo, este material se puede abordar de varias maneras: 1º) Una
lectura continua desde el principio hasta el final. Esta opción la recomiendo con la sugerencia de
leer y meditar los textos bíblicos que se citan en cada carátula, además no hacer esta lectura
apresurada, preferiblemente una por vez o por día para dejar que el Espíritu Santo haga su
trabajo en cada uno(a). 2º) Ir a la reflexión que el Espíritu Santo les inspire, de acuerdo a la
necesidad del momento. 3º) Cualquier otra forma que sientan bajo la inspiración del Espíritu
Santo. Finalmente quiero agradecer la cooperación del Párroco de la Parroquia San Diego de
Alcalá, Francisco Blanco y los demás sacerdotes y diáconos, pidiendo al Padre celestial, en
nombre de nuestro Señor Jesucristo y con la intercesión de nuestra madre la Santísima Virgen
María que los bendiga a ellos y a todos los grupos apostólicos.
“El uso de los nuevos medios de comunicación tiene un interés que nadie puede negar.
«No puedo dejar de alentar el desarrollo de estos instrumentos para servir al
Evangelio y para potenciar el diálogo y la comunicación»”. Venerable Juan Pablo II. -3- Rasgos Autobiográficos
Yo, Tito Armando Pérez, nací el 6 de Febrero de 1956 en Ocumare del Tuy, población del
Estado Miranda en la República Bolivariana de Venezuela. Fueron mis padres Juan Sequera,
quien aún vive y Silvina Pérez, fallecida a los 64 años de edad, el 29 de Octubre de 1998. De
esta relación surgieron otros hijos que son: Mis hermanas Carmen Yolanda Sequera de Díaz y
Rosalía Pérez, y mi hermano Luis Eduardo Pérez. Mi caso es como muchos de tantos que han
ocurrido en nuestro país y en el mundo: La joven que trabaja en una casa de familia, se
enamora de uno de los hijos de los dueños de la casa y de ese amor surgen hijos, en este caso
nosotros. Como consecuencia de lo anterior, mi madre se tiene que ir de esa casa y pasa a
trabajar en otra casa de familia, que hoy puedo decir con certeza, fueron suscitados por Dios.
Esa familia estaba formada por una anciana llamada Ana Dolores Guerra de Sánchez,
cariñosamente apodada Misiana o Mama Lola; sus hijos Antonio Sánchez Guerra, cariñosamente
Antoñito y Emilia Sánchez Guerra, cariñosamente Misiemilia. Con ellos compartimos más de 17
años y realmente se convirtieron en nuestra familia. Misiana me enseñó las primeras oraciones,
Misiemilia me enseñó a leer y escribir, además los valores cristianos. Doy gracias a Dios por
ponerlos en nuestro camino y a ellos por aceptarnos como parte de su familia.
Mi mamá, Silvina Pérez, era una mujer nacida en una zona rural, formada para el trabajo duro y
así lo hizo durante esos casi 18 años en esa casa. Nunca aprendió ni quiso aprender a leer ni
escribir. Recuerdo que quise convencerla para que aprendiera, mas ella se resistía y cuando
utilicé el argumento de que le iba a ser útil para leer las noticias en los periódicos, me dijo
riéndose que para eso me tenía a mí para que se las leyera. No obstante, era una mujer de una
gran sabiduría humana y además muy devota; recuerdo que todos los fines de semana era su
costumbre ir a misa, así como todos los días rezaba en la casa. Siempre fue un gran apoyo en
mi vida. Muchas veces, cuando ya no vivía con ella y me sentía mal por algo, bastaba que
acudiera a ella y nada más con su compañía era suficiente para que me sintiera mejor. Doy
gracias a Dios por concederme esta gran madre. Que Dios la tenga en su Gloria.
Mi papá, Juan Sequera, aunque nunca viví con él, siempre estábamos en contacto ya que, a
pesar de haberse mudado de Ocumare para la capital Caracas, mi abuelo, también de nombre
Juan Sequera, tenía un puesto de venta en el mercado y todos los fines de semana venían y
compartíamos con ellos. Debo decir que toda la familia Sequera nos tuvieron un gran afecto,
siempre estaban pendientes y cuando llegaban las vacaciones de Agosto, era costumbre que
pasáramos unos días con ellos y eran hermosas esas vacaciones porque todos se desvivían por
agradarnos, especialmente mi abuela Carmen Serrano de Sequera, quien se convirtió en la
mamá de mi hermana mayor Carmen Yolanda, ya que esta se quedo a vivir con ella desde
pequeña hasta que se casó. Estas vacaciones eran espectaculares, así como los días que pasaba
con la familia de mi mamá en la zona rural denominada Las Ollas de Caramacate en el Estado
Aragua. Allí pasábamos días hermosos, sintiéndonos parte de la naturaleza, comiendo las
sabrosas comidas típicas y recibiendo el cariño espontáneo de toda la familia, comenzando por
mi abuela Juana Pérez y mi tía Ignacia Pérez. ¡Cuántas veces en la vida he deseado revivir
aquellos tiempos!
Debo reconocer que tuve una infancia hermosa, rodeado del cariño de mucha gente entre las
cuales no puedo olvidar a mi madrina Hilaria García porque allí pasaba días enteros,
especialmente cuando me ponía bravo porque alguien me había regañado en la casa. Recuerdo
que muchas veces me iba para allá con el permiso de mi mamá pero sin decirle nada a
Misiemilia y cuando volvía en la tardecita, lo primero que me decía era “¿Dónde estabas?” Y
cuando le respondía que en casa de mi madrina, me respondía “¡Ah!, en el refugio de los
pecadores”. Así continuó mi vida, hice mis estudios primarios en el Grupo Escolar Miranda y la
Escuela Artesanal Urbana; los secundarios en el Liceo Juan Antonio Pérez Bonalde y los
superiores en el Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, donde egresé con el título de
Profesor de Matemática.
Comienza mi vida profesional como Profesor en el Colegio “Santo Ángel de la Guarda”, donde
laboré durante 28 años. He de hacer notar que cuando estudiaba la carrera docente, tenía el
secreto deseo de trabajar en ese sitio y resulta que se cumplió antes de graduarme. Me sentí
muy feliz aquel Diciembre de 1977, cuando comencé a trabajar ahí. Siempre me sentí bien -4- trabajando en ese colegio y no lo consideraba un trabajo, sino que era un gozo estar ahí.
¡Cuántos buenos recuerdos! Y ¡Cuántos buenos alumnos! tuve en esa institución. Fue un gran
regalo de Dios ese tiempo en el cual le di clase a alumnos que luego se convirtieron en colegas,
al punto que la actual Directora, Fanny Rita Toro, fue mi alumna y siempre la recordaré con
mucho cariño. Agradezco a todas las Hermanas con las cuales compartí pero en este momento
quiero hacer especial reconocimiento a Maria Piedad Cuezva Mata, la Directora cuando comencé;
Manuela Anunciación Álvarez, ya fallecida, Directora de la cual tengo gratos recuerdos y Salome
Alonso, conocida por algunos como la Hermana Genoveva, quien aún está en el Colegio luchando
día a día, a pesar de su edad, con una energía que sólo puede venir de Aquel que es la fuente de
toda energía: JESUCRISTO. No puedo pasar por alto a la Hermana Engracia que dirigía el
colegio cuando yo era niño y siempre fue una fuente de inspiración. A ellas y a todas las demás,
muchas gracias.
También me desempeñé profesionalmente en el Liceo donde estudié, siendo mi Directora Dalila
Martínez de Torres, que en paz descanse. En la Unidad Educativa Libertador donde era Directora
Yolanda Gómez de Rodríguez, directora inolvidable, fueron muchos los aprendizajes que obtuve
con ella y le estaré eternamente agradecido. Así fue continuando mi carrera, primero profesor,
luego Tiempo Completo o Coordinador, como se le llama actualmente; más tarde Subdirector,
Director encargado en varias oportunidades y posteriormente Supervisor. Estando en el Liceo
Libertador conocí a la que iba a ser mi esposa, Luisa Herminia Monasterios Burguillos y con ella
compartí durante 17 años, pero para esa época no había tenido la oportunidad de conocer y
valorar el amor de Dios reflejado en la pareja, y cometí muchas equivocaciones que me dejaron
muchas experiencias para poder ayudar hoy día a muchas parejas jóvenes, y evitar que caigan
en esos errores. Le doy gracias a Dios por esa gran mujer y le pido perdón a ella, y a Dios, por
no haber sabido valorarla.
Pero también incursioné en el mundo de la política y allí tuve muy buenos momentos,
mayormente mientras era un activista simple, pero las cosas fueron diferentes cuando decidí
optar por un cargo público. A pesar de haber tenido éxito en mi primera aspiración, ya que fui
electo concejal en mi municipio, a partir de ese momento pude comprobar que si bien es cierto,
es un campo para realizar una hermosa labor social, muchos no lo ven así y lo que impera es la
ambición al cargo para obtener prebendas. En ese sentido, presencié situaciones en que
miembros de una misma familia se enfrentaban ferozmente por la ambición a un cargo, entre
tantas situaciones que se ven. Recuerdo que en una oportunidad me disgusté durante un tiempo
con un colega de un liceo nocturno porque me insistía en que saliera de ese mundo y me fuera
en busca de otras metas académicas, pero muchas veces, el orgullo nos ciega y no nos hace ver
lo que otras personas con experiencia si ven. No hice caso, seguí mi camino político porque me
gustaba lo que hacía pero el destino me estaba esperando en la bajadita como reza el dicho
popular. Siempre procuré cumplir cabalmente con todas las responsabilidades que se me
asignaban en mi carrera de educador, la cual en ningún momento abandoné y ya me veía,
cuando cumpliera los años de servicio reglamentarios, disfrutando de mi jubilación que por lo
demás la consideraba merecida, pero he aquí que me tocó vivir una experiencia similar a la de
San Pablo cuando se encontró con nuestro Señor Jesucristo (Cf. Hechos 9, 3-6). Los hechos son
los siguientes:
Mi último cargo político fue Director de la Subregión Educativa de los Valles del Tuy, el cual lo
ejercí con muy buena disposición pero como todo cargo político, vinieron unas elecciones, el
Gobernador perdió las elecciones y tuve que entregar el cargo. En ese momento tuve dos tipos
de emociones, por una parte tristeza porque me gustaba lo que hacía y sentía abandonarlo; por
otra parte alivio porque me iba a sentir más descansado porque ese cargo tenía mucho ajetreo.
Me reincorporé a mi cargo original de Supervisor Educativo y en ese tiempo empezó a ocurrir
algo extraño. Desde pequeño fui formado en la fe católica pero en la medida que fui creciendo,
esa fe se fue enfriando y fue quedando reducida a ir a misa de vez en cuando y poca o ninguna
oración, pero en ese momento algo se despertaba en mí que me hacía volver la mirada a Dios,
cada vez con mayor intensidad y eso me inquietó. Se acercaba el mes de Febrero, mes de mi
cumpleaños y ese proceso iba en crecimiento, tanto así que llegó un momento en que decidí que
el día de mi cumpleaños, que cayó domingo, me iba a levantar temprano para asistir a la misa
de 8, después de mucho tiempo de no hacerlo y ese iba a ser mi autoregalo. Así lo hice y les
digo que a partir de ese momento, las misas que he asistido se dividen en antes de esa y -5- después de esa. Para mí, las misas siempre habían sido algo bonito pero no extraordinario y en
ocasiones, monótono. Ese día fue distinto, fue hermoso, una experiencia nueva desde el
comienzo hasta el final, tanto que a partir de ese momento, le prometí a Dios y a mí mismo que
seguiría acudiendo todos los domingos, lo cual he cumplido fielmente. ¡Quién iba a decirme que
a mis 49 años iba a experimentar un renacimiento espiritual!
En ese tiempo pensé que se trataba solamente de eso, un renacimiento espiritual, pero pasaban
los días y el fervor crecía. En esos meses del año 2005 empecé a sentir que necesitaba una
mayor formación espiritual pero no tenía idea de adonde debía acudir. Llega el mes de
septiembre y es cuando ocurre el sueño citado en la Presentación, que lo describiré en detalle en
la próxima parte. Al despertarme de ese sueño era la mañana del domingo y estaba
desconcertado, oré durante un rato y al finalizar me preparé para ir a la misa dominical. Cuando
llego al templo, está ubicada en una mesa colocada a la entrada, una señora llamada Miguelina,
a quien posteriormente apodé cariñosamente “Huesos secos”. En esa mesa había un periódico
de la Diócesis, denominado “Signo”. Sentí la necesidad de comprarlo, lo hice y cuando lo abrí,
de un solo golpe me vino a la memoria todo el sueño como un rayo. Cuando me recuperé del
impacto, lo que tenía frente a mí era una invitación para las inscripciones en un Instituto
Teológico Pastoral de la Diócesis de Los Teques, llamado “San Agustín de Hipona”. Sin
dudarlo, supe que esa era la respuesta a la necesidad que estaba sintiendo. Me inscribí y esos
fueron dos años de estudio que marcaron una época hermosa de mi vida.
De ahí en adelante, ya no tenía duda de lo que el Señor quería de mí y me había sido revelado
en sueños, pero se acercaba una tormenta y está se desencadenó en Diciembre de ese año. Ese
mes me entregan un decreto que todos los que lo conocieron lo calificaron de absurdo pero era
una realidad: Yo, el que me veía jubilado porque ya tenía el tiempo de servicio y la había
solicitado en julio de ese año, recibía una comunicación informándome que el cargo de
Supervisor que tenía y que venía ejerciendo durante 13 años, no se debió haber nombrado y por
lo tanto quedaba fuera del mismo, sin derecho a indemnización, con todo y mis 28 años de
servicio. Acudí a los tribunales y después de 3 años y 6 meses, fallaron a mi favor. Para la época
ya había cambiado el gobierno regional otra vez pero para mi sorpresa, el nuevo procurador
apeló la sentencia. Aquí estoy, 5 años después, cuando les escribo estas líneas, en la misma
situación. En este punto, quiero dar gracias a nuestro señor JESUCRISTO, quien acudió a mi
rescate en esta hora menguada. Todos los soportes humanos y mundanos me fallaron pero me
quedó ÉL, quien con su mensaje, ha roto los muros de mi suficiencia y me ha hecho apreciar el
perfume y la frescura de su gracia; ha abierto en mi vida horizontes a la trascendencia; me ha
hecho descubrir los lazos, como correas de amor, que me vinculan con el Padre y con los
Hermanos; ha trastocado mis criterios haciéndome valorar al otro por lo que es —persona e hijo
de Dios; así, despojado de las "cosas", he ido descubriendo mi pobreza como el mejor de los
tesoros, ya que me posibilita estar y sentirme en el corazón de Dios y en el de mis hermanos.
No vivo sólo ni principalmente de pan, de bienes, de cosas, de riquezas, si no que mi vida cobra
vigor desde la fe en Dios, desde su Palabra.
Por todo eso, elevo mi oración al Padre celestial para pedirle que con todas esas personas que
me han hecho pasar por eso, tenga más Misericordia que la que pueda tener conmigo. Que a
ninguna persona que me haya hecho algún mal se le tome en cuenta ese pecado. A todos los
perdono e igualmente les pido perdón a todas las personas que sientan que alguna acción de mi
parte les ha hecho algún mal. Bendito sea Dios por todas las personas que ha cruzado en mi
camino. Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad, despojado de todo pero en paz. Mientras tanto
Señor, si es tu voluntad, quiero estar aquí en medio de mis hermanos. Con ellos me quedo
porque son ellos los que me necesitan. Soy como ellos, herido yo también y necesitado de tu
infinita misericordia, pero esperanzado porque sé de donde viene la salud. No sueño con nada
más alto que poderte servir sirviéndoles; no aspiro a otra santidad más que aquella que a ellos
les ayude. Con demasiada frecuencia veo mis manos vacías y mi corazón lacerado pero no
importa porque todo eso es tuyo y si mi corazón gastado sirve todavía para consolar a algún
caminante que está más agobiado que yo, seré feliz de ser útil, poniendo el corazón en el suelo
para que los demás pisen blando. “A Dios, el único sabio, por medio de Jesucristo, sea dada la gloria por
los siglos de los siglos. Amén” (Romanos 16, 27) -6- El Sueño
En este sueño, yo estaba llegando a una calle, de mi pueblo Ocumare del Tuy, llamada Calle
Colón. Esta calle está ubicada media cuadra detrás del Templo Parroquial San Diego de Alcalá.
En mi sueño, había una parada de autobús en la esquina desde la cual se puede mirar el templo.
En la realidad, allí no hay ni ha habido una parada de autobús. En la parada, había en ese
momento un solo autobús, estaba vacío y orientado hacia el norte. Para ese entonces, el
flechado de la calle no era ese, iba hacía el sur pero posteriormente las autoridades cambiaron el
flechado en sentido norte. Llegué a esa parada y no me pregunten cómo, pero en mi sueño yo
sabía que venía a manejar ese autobús, aunque en la realidad nunca he manejado un autobús.
Al lado del autobús estaba una persona que no reconocí, pero en mi sueño yo sabía que era el
dueño del autobús. Cuando llegué al lado de él, no me habló pero me hiz...
View
Full Document
- Fall '19
- The Tempest, Vida, Verdad, Espiritu Santo, Pecado