el de Diosdado adrnite diversas sugerencias. La rr.^ayor parte de los nombres ha-
giográfícos tienen correspondencia toponímica.
Castilla es ^a tierra de los patronímicos, muchos de ellos de formación rela-
tivamente reciente, estando otros compuestos de nombre y apellido, de los que
relacionamos algunos no muy dYfundidos:
Agúndez
Dónez
Iñíguez
Garctmuñoz
Antolinez
Durández
Jáimez
Gilazaña
Báñez
Estebáñez
Láinez
Marigómez
Bertólez
Galindez
Lendínez
Marijuán
Bohórquez
Gúémez
Pertiñez
Peribí^ñez
Los apellidos acabados en z rebasan ampliamente la proporción del 10 por 100
con relación a ia cifra general.
Los patronímicas de nombres bautismales tAlonso, Esteban, Lorenzol son nu-
merosos, pero no alcanzan en conjunto la alta cota porcentual de los que llevan
el sufijo ez.
La desidencia
en on
de sentido aumentativo es corriente en topónimos y ape-
llidos castellanos, siendo m^.s característica, en especial de Castilla Ia Vieja, los
sufijos diminutivos
elo, ela
y sus plurales. Por último, un grupo poco numeroso,
pero singular, de los apellidos castellanos, lo constituye el de Ios acabados en eño,
que responden a sustantivos adjetivados. 1trlás frecuente es el diminutivo ilio.
A continuacián figuran ejemplas de las clases indicadas:
Borregbn
Barruelo
Ayuela
Jareño
Bobi.Zlo
Castañón
CotorTUelo
Bañueias
Mancheño
Gardillo
Manchón
Mozuelos
Esteruelas
Mondeño
Moriilo
Perdigón
Piñuelo
Hoyuela
Parreño
Ronquíllo
Tostón
Pazuelo
Viñuelas
Zomeño
Sequfllo
De estas desinencias ia más corriente es la de on, con un 3 por 100, aproxima-
damente.
La de illa se acerca al 3 por 100 en relacián con el total de apellidos castella-
nos. Las otras anteriores son raras, así como la de illos, illa e illas, aun siendo
características otras terminacianes frecuentes, si bien no exclusivas de los nom-
bres castellanos, son an, ana, ano, ona, eda, edo, era, eras, osa y oso, aunque
ninguna alcance el 1 por 100.

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BSTADISTICA
Y A,NTROPONIMIA
175
LOS APELLIDOS VASCONAVARROS
E1 vascongado, lengua semejante a Ia de los iberos, primeros pobladores de
España, sobrevive asombrosamente desde varios milenios como reliquia de la
España neolitica.
Pese a la presión del castellano y a la decadencia del eusquera, carente de una
literatura y de una regulacián oficial, se mantiene hoy, y aún resalta. la perso-
nalidad del vascuence.
En tiernpos pasados el pueblo vasco ocupaba una zona m^,s amplia que en la
que hoy se asienta, extendiéndose por las dos vertientes pirenaicas, como paten-
tizan las abundantes muestras toponímica,s protovascas de sus valles. Las compa-
raciones toponfmicas hacen ver que el primitivo eusquera abarcaba una franja
desde la Aquitania, Gascuña y Alto Aragón, hasta el nordeste de Cataluña y la
Cerdaña.
Evidente es, asimismo. que la toponimia prerromana de nuestro país guarda
estrecha relación con la vasca, por la afinidad de este idioma con las diversas
hablas ibéricas y celtibéricas. La romanización de la Península fue progresando
desde el litoral mediterráneo hacia el interior, encontrando fuerte resistencia en
la región cantábrica. En ella y en las comarcas pirenaicas hay una plétora de


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