Recordar y escucharMuchos de nosotros hemos iniciado este camino desde muy jóvenes. Ya sabemos lo quequeremos ser de mayores, ya hemos respondido a nuestra llamada, ya nos hemosvolcado en lo que nos apasiona. ¡Sabemos muy bien quiénes somos!El problema es que… se nos olvida.Se nos olvida y perdemos el norte cuando la vorágine de nuestras ocupaciones nosenvuelve, nos domina y nos hace perder de vista lo más importante. Los árboles nosimpiden ver el bosque. Perdemos la visión aérea, la perspectiva del todo. Nos enredamosen los detalles y complejidades del día a día y olvidamos el horizonte hermoso que nosmotiva y nos hace avanzar.La mayoría de los adultos, en Occidente, hemos caído en una rueda veloz que nos tapala visión de largo alcance y nos pone esas orejeras que llevaban los bueyes o los mulosde carga. Nos empuja a un hacer, hacer, hacer estresante y sin sentido. Decimos quetrabajamos por los demás, por nuestra familia, por el bien de nuestros clientes, pacientes,alumnos o beneficiarios. Pero el trabajo nos absorbe tanto que nos olvidamos de ellos yhasta de nosotros mismos. En nuestro orgullo mal puesto, nos creemos imprescindibles,indispensables e insustituibles. Nos asusta que vean nuestros fallos y nuestravulnerabilidad. Hemos de ser perfectos, eficaces, fuertes, rápidos e impecables. ¡Nos dapánico equivocarnos! Y nos convertimos en adictos al estrés.El estrés es un veneno. Es un asesino. Se ha convertido en una droga masiva que matalentamente –o muy rápido– a millones de personas. Nos chupa la energía y la vida.Hemos convertido una reacción fisiológica necesaria, de emergencia, en la norma querige nuestra vida. Reaccionamos ante situaciones complejas como si fueran una amenazade vida o muerte. Dicen los expertos que el cerebro no distingue entre un peligro real oimaginario. Cuando siente la amenaza, dispara el mecanismo de parálisis-ataque-huida.Y esto, de forma crónica, acaba causando estragos en nuestro metabolismo.El cuerpo nos avisa de mil maneras. Primero susurra, luego habla, al final grita.Hipertensión, migrañas, indigestiones… Nos avisa hasta que explota. Bendito cuerpo,que nunca nos miente y sufre en silencio nuestra ignorancia, hasta que no puede más.Escucha a tu cuerpo. Es tu mejor aliado para vencer al estrés.124