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de terceras partes, bien fueran el Estado, la Iglesia o una ONG. General-mente, eran cachas mayores que se beneficiaban del sistema tradicional:habían pasado por la cadena de ser priostes y luego alcaldes, habían esta-blecido su status a través de este proceso, y mantenían relaciones de com-padrazgo con los yaruqueños. Ellos se sintieron amenazados por las críti-cas (de católicos y evangélicos) que mencionaban el alto nivel de borrache-ras en las fiestas, aduciendo que esas críticas eran utilizadas como herra-mientas por los diferentes grupos religiosos, quienes querían imponer supresencia en el área. Dominantes en Querag y Amulag, los tradicionalis-tas vehementemente rechazaban todos los esfuerzos de los dirigentes jó-venes por separarse de Yaruquíes. Cuando Ramón Pauca, un coordinadorde alfabetización, y unas monjas católicas intentaron hablar con los diri-gentes de Querag sobre la necesidad de separarse de Yaruquíes y de eli-minar las fiestas, él fue atacado con palos y piedras, y fue expulsado bajola amenaza de los machetes. Lo acusaban de ser evangélico y de querervender Cacha a los gringos. Una vez que la FECAIPAC logró persuadir a una cantidad de susmiembros para que se unieran a ellos, los tradicionalistas utilizaron otrastácticas. Se rehusaron a cumplir con las demandas de la organización deque ningún ritual religioso fuera llevado a cabo en Yaruquíes. A pesar deque el cura Arrieta había construido una nueva iglesia en el nuevo centroparroquial Cacha-Machángara, los tradicionalistas insistían en realizarsus bautismos y entierros en la iglesia de Yaruquíes. También se opusie-ron a la creación de la parroquia. En parte, habían sido influenciados porlas opiniones de sus compadres del pueblo. En un artículo, un periódicoRiobambeño así reportó sobre un líder mestizo de Yaruquíes:Este dirigente envía algunos campesinos, que aún no han salido dela triste situación de esclavos, para que alarmen a las comunidadescon falsas acusaciones. Así por ejemplo: que siendo parroquia civilhan de tener que pagar impuestos de su pedacito de tierra, que se lescobrará también de las obras que se están realizando en el CentroParroquial, que se les prohibirán los entierros en Yaruquíes46.306Amalia Pallares46“Presencia de Cacha,” El Espectador. Citado en Arrieta (1984, 65).
Pero aparte de esta presión de los yaruqueños, ellos habían interiorizadomucho de esta evaluación negativa de los indígenas: estaban profunda-mente convencidos de que los cachas carecían de cualquier capacidad pa-ra gobernar. Cuando supieron que Pedro Morocho podría ser nominadopara candidato a ser el primer teniente político, se quejaron:Morocho es como uno mismo: no sabe leyes. Mejor blanco autoridad47.La gente no creían.. Ellos solo rieron; rieron en la cara. Y al padreasí mismo también le insultaban, le hablaban diciendo que es evan-gélico. . . no creían la gente que iba a formar parroquia, que iba a de-cretar una parroquia en Cacha mismo. No creían que las autorida-des o los dirigentes tenían que ser indígenas mismos48.