Se trata entonces de cambiar la ruta de la narratividad histórica de
la comunicación para poder pasar de la historia de la comunicación o
de las teorías de la comunicación, hacia la historia de los objetos de
conocimiento que tanto las tradiciones teóricas como los contextos so-
ciales han puesto al centro de la reflexión sobre la comunicación. Esto
supone un cambio sumamente importante en la reconstrucción histó-
rica de nuestras tradiciones teóricas y de la manera en que podríamos
comenzar a observar los subcampos de producción conceptual. Aquí
el papel de las teorías es fundamental, sin embargo, dado que la tarea
es sumamente extensa, lo que se presenta es apenas un primer apunte.

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Historia, teoría e investigación de la comunicación
R
EPENSANDO
EL
PAPEL
DE
LA
HISTORIA
EN
EL
CAMPO
DE
LA
COMUNICACIÓN
En su texto sobre la práctica de la historia conceptual, Koselleck
(2002) plantea una reflexión sobre el campo de la historia y los proble
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mas derivados de la indefinición de su objeto de estudio, lo cual, con
algunas precauciones, presenta ciertas similitudes con lo que sucede
en el campo de estudios de la comunicación. Koselleck considera que
la noción de historia ha tenido un largo periodo de desarrollo histórico
antes de que se convirtiera en un modo fundamental de la existencia
humana en el siglo
XIX
, lo cual no significa que previo a este periodo
no se tuvieran “ideas” relacionadas con la historia, sino que ninguna
de ellas lograba concebir la diferencia entre la temporalidad natural y
la temporalidad histórica. Incluso, desde su punto de vista, la moderni-
dad europea puede ser distinguida de otros periodos de transformación
social precisamente por el desarrollo cultural del “concepto de histo-
ria”, por lo que es recién hasta el siglo
XIX
en donde podría ubicarse
propiamente el nacimiento profesional de los estudios de la historia.
Sin embargo, al margen de este desarrollo profesional, Koselleck
reconoce la necesidad de una teoría que fundamente dicha práctica aca-
démica si es que los estudios de la historia aspiran realmente a conver-
tirse en una ciencia, dado que la historia, más que preocuparse por la
construcción teórica, parecía centrarse en hechos particulares sobre el
pasado. Ante esto, apunta el autor, se contraponía la visión historicista
de la realidad histórica, una visión que rompería con este recuento del
pasado y que pondría a la historia no únicamente con un modo social de
ser en el mundo, sino específicamente como un modo particular de ser
caracterizado por una experiencia particular de la temporalidad.
Con base en lo anterior, Koselleck (2002) reconoce la necesidad
de desarrollar un concepto de historia, es decir, un modelo de una es-
tructura de relaciones lógicas por medio del cual sea posible distinguir
entre una visión histórica de la realidad de aquellas que no lo son o
de aquellas que son ahistóricas o antihistóricas, al tiempo que permita
especificar tanto el contenido del objeto central de la historia como el
contenido de las formas de la escritura histórica. Esto permite asumir
