de la Fox?». Iba a tientas por los pasillos a oscuras y cuandofinalmente encontré mi butaca, estaba ocupada y hubo una granescena para conseguir que ese tipo me dejara sentar. Déjamedecírtelo, pequeño, la Metro solía montar los circos mucho mejor.Para colmo, perdí mi maldita mantilla en la limousine. Diablos, no eraun souvenir, esa mantilla. Nunca encontraré otra igual. Entonces John22En Sweet Bird of Youth (Dulce pájaro de juventud, Richard Brooks, 1962)
Huston me lleva a esta fiesta donde teníamos que ir de un lado paraotro y sonreír a Artie Shaw, con quien estuve casada, pequeño, por elamor de Dios, y su esposa, Evelyn Keyes, con quien John Hustonestuvo casado hace tiempo, por el amor de Dios. Y cuando todo haterminado, ¿qué es lo que has conseguido? El mayor dolor de cabezade la ciudad. A nadie le importa quién diablos estaba allí. ¿Piensaspor un momento que Ava Gardner expuesta en ese circo venderá lapelícula? Por Dios, ¿lo viste? Tomé parte en todo aquel infierno sólopara que esta mañana Bosley Crowther pudiera escribir que parecíacomo si posara para un monumento. Todo el tiempo estuvepellizcando a Johnny en el brazo y diciéndole, «Por Dios, ¿cómopuedes dejarme hacer esto?». De todas formas, a nadie le importa loque llevaba puesto o lo que dije. Todo lo que querían saber es siestaba bebida y si me mantenía derecha. Éste es el último circo. ¡Nosoy una puta! ¡No soy temperamental! Estoy asustada, pequeño.Asustada. ¿Es posible que puedas entender lo que es sentirseasustada?Se subió las mangas por encima de los codos y se sirvió otras doscopas. De cerca, nada en su aspecto sugiere la vida que ha llevado:conferencias de prensa con acompañamiento de luces opacas yorquesta; toreros publicando en la prensa poemas sobre ella;fricciones de vaselina entre sus pechos para realzar el escote;recorriendo incansablemente toda Europa como una mujer sin patria,una Pandora con sus maletas llenas de coñac y bares Hershey («pararápida reposición de energías»). Ninguno de los asolados, ruinososrasgos color de uva sugieren los amoríos o las reyertas que atraen ala policía en medio de la noche o ¡os bailes en tablados de Madridhasta el amanecer.Suena el timbre de la puerta y un chico de cara granujienta ypeinado a lo Beatle entrega una docena de perros calientes traídos deConey Island en limousine. —Come —dice Ava, sentándose con laspiernas cruzadas en el suelo, mordiendo una cebolla cruda.
—¡Me estás mirando otra vez! —dice tímidamente, echándosecortos mechones juveniles de pelo detrás de los lóbulos de sus orejasde Ava. Señalo el hecho de que parece un estudiante de Vassar consu minifalda—. ¿Vassar? —pregunta con suspicacia—. ¿No son las quese meten en todos los líos?
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Spring '19
JONA
Vida, Estados Unidos, Publicidad, Segunda Guerra Mundial, Periodismo